La vida, aquí y ahora

Tomar las riendas

Me encuentro en un momento de mi vida de transición, de ebullición, de explosiva necesidad…. Necesidad de cambio. Hacia qué o hacia dónde voy, no lo tengo muy claro. Pero ahora al menos, sé hacia dónde no quiero ir. Ya es algo. Tenerlo todo claro en la vida, es muy complicado, y para alguien como yo a quien le gusta tenerlo todo controlado (o intentarlo) eso te descoloca mucho.

 

A menudo creemos que estamos en el camino correcto, pero eso ¿quién lo decide? ¿Cómo saberlo? Nos han educado para creer que lo correcto es lo que marca la sociedad y hacia dónde va la mayoría, ¿en serio? Yo hace tiempo que dejé de creer en el rebaño y es por ello por lo que siempre me he sentido ir a contracorriente de todo, a veces incluso, de mi misma, y eso es justo lo que ahora no quiero repetir. No quiero volver a caer en la trama de hacer lo que toca porque sí.

 

Una vez he dado un paso bastante difícil, como ha sido priorizarme, ahora empiezo a respirar y a tener más claro el enfoque que quiero dar a mi vida. He pasado por diferentes estados. De la apatía total y situaciones constantes de ansiedad, a la incertidumbre y duda del, pero ¿qué has hecho? Del miedo a haberme equivocado, a la certeza de haber hecho lo correcto. De la angustia por el futuro, a la liberación de poder vivir el presente. Del no prestarme atención, a mimar cada minuto de mi día, aportando cuidado, bienestar, y dónde me estoy permitiendo momentos de verdadera conexión conmigo misma, tan necesarios para continuar.

 

Y es desde este aquí y ahora, cuando me siento realmente motivada a darle un giro a mi vida, porque nunca es tarde para intentarlo, ¡ni siquiera a los 50!

Quiero escribir, quiero expresar, quiero plasmar todo lo que me aturulla la cabeza y en ocasiones no me deja ni dormir. Quiero aprovechar este momento de libertad y sensaciones, para transmitir lo que siento.

 

Y es ahí cuando vuelve a asomar ese viejo conocido, “Mi miedo”.  Con mil preguntas disuasorias sobre todo esto. Queriendo sabotear cualquier indicio de alegría y seguridad que pueda ver en mí. Sembrando la duda, haciéndome tambalear en algún momento con el discurso de que no se puede… Pero lo que él no sabe, es que he entrenado mucho para vencerle. He superado física y emocionalmente barreras que no creía fuera capaz de hacerlo, y él estaba ahí, pegadito a mí, ¡pero he sido más fuerte!

Siempre va a estar, pero ahora siento que soy yo quién decido si entra o no.

 

Así es que, si te soy sincera, sin saber siquiera ni por dónde empezar, sé que quiero hacerlo, y la única forma que veo es lanzarme, y tomar por fin, las riendas de mi vida, y no dejar, que los árboles no me impidan ver el bosque.