La vida, aquí y ahora

El desorden

Tengo un cajón desordenado. No es demasiado grande, y aun así caben millones de cosas. Algunas no sirven absolutamente para nada. Pero ahí siguen, ¿por qué? Imagino que es porque no me he puesto en serio a hacer una limpieza de verdad. ¿Te confieso una cosa? No sé ni por dónde empezar.

En él guardo años de una infancia de carácter tímido y reservado, que superé discretamente y desde una soledad en ocasiones, un poco autoimpuesta.

Hay también retazos de una adolescencia que recuerdo con cariño, desde la distancia, mirando a aquella niña perdida que todo se lo cuestionaba. Incluso su propia vida y existencia. Más tarde sabría por qué.
Caben también algunos momentos de la juventud, cuándo una cree comerse el mundo, (pobre infeliz), sin darse cuenta de que el mundo acabará comiéndote a ti.

De un tiempo a esta parte, lo he ido llenando con demasiada “basura”. Sentimientos encontrados, casi diarios, entre lo que hago y lo que quiero hacer. Preocupación por situaciones que no puedo cambiar por más que quiera. Estrés por otras que sí puedo, pero sobre las que me paralizo y no avanzo. Ansiedad por cosas que tal vez nunca sucederán, pero ahí está “mi cajón” con ellas dentro todo el día.

Dicen que lo mejor es vaciarlo por completo y empezar a ordenar por prioridades, por lo que te hace más feliz, y por justo aquello que necesitas.

¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo vaciar tu mente y llenarla sólo de lo que sea beneficioso para ti?

Con un pie en la decena del cinco sigo buscando y me doy cuenta de que rebosa historia, momentos y situaciones que forman lo que en definitiva es mi vida. Tal vez no deba vaciarlo por completo, tal vez sea suficiente con ordenarlo y priorizar lo realmente importante, aquello que me haga avanzar la mujer en la que quiero llegar a convertirme. Aquello que me haga realmente consciente de que lo que de verdad importa, es el aquí y el ahora.